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Escribo este artículo previo a la invasión de mensajes navideños de noviembre. Cada año los comercios le quitan más y más el sentido a la Navidad. Para septiembre ya se habían visto los primeros avisos publicitarios con titulares, gráficas o temas de la temporada “más linda del año”. No tardan en aparecer las famosas frases publicitarias de “Es tiempo de compartir” o “Es tiempo de amar” o “Es tiempo de (lo que sea)”.

¿Por qué parece ser el único tiempo para compartir?

¿Por qué es el mejor tiempo para perdonar?

¿Por qué es el mejor tiempo para estar en familia?

Si es tiempo de amor, paz y felicidad,  ¿Por qué tanto stress por los regalos, por la cena, por los cohetes, por el arbol, por la música, por los tragos, por la perfección…?

Me declaro una grinch. No porque no me guste la Navidad, pues de hecho hay muchas cosas que me gustan. Esta es la paradoja sobre mi gusto y disgusto por la Navidad como la vivimos.

Yo misma he experimentado en el pasado nostalgia de un tiempo mejor, de algo que me ha faltado, de no poder conectarme con los demás.  Navidad puede ser una temporada que impone mucha presión sobre algunos, lo que causa resentimiento pues culturalmente y socialmente nos sentimos obligados a fingir estar bien cuando no lo estamos, teniendo que poner cara alegre cuando no nos sentimos así, por no hacer sentir mal a los demás.

Para mí, la Navidad es la celebración del nacimiento (simbólico si quieren) de Jesús, y en muchos hogares El es el último celebrado. Por eso cuando la gente habla de valores cristianos en esta época pero no los vive el resto del año, esto me causa un exceso de ruido. Sé que Jesús nace a diario y no necesita del calendario, ni del arbolito ni las cenas lujosas, pero sé que le encantaría que cenáramos con El cada noche una comida que nos alimente y nos mantenga sanos. Sé que le encantaría que lo tomáramos en cuenta para nuestras decisiones más importantes.

grinch

Soy de las que cree que siempre es tiempo de dar, de agradecer, de regalar, de ser feliz, de soñar… No entiendo por qué lo tienen que limitar a unos cuantos días del año y pasado el 25 de diciembre, todo se transforma… Ya no pensamos en compartir ni en amar ni perdonar, pensamos en la fiesta fin de año y en el listado de propósitos en los que no perseveraremos para el próximo año… Vivimos en un constante futuro, sin realmente considerar el valor del presente. Con razón para fines de enero medio mundo está desinflado… Es que la temporada más linda del año quedó atrás y hay que esperar 11 meses más para que se repita el ciclo.

Me gusta el clima, la comida, las tradiciones, la música, lo temático del ambiente, las reuniones familiares y con amigos… Me gusta el adviento, como tiempo de preparación y de reflexión.

Me gusta la Navidad como una temporada de lo que yo llamo “amnistía emocional”… Los momentos de meditación e instrospección cuando veo a la gente teniendo actitudes amorosas, pues me hacen tener esperanza en que llevamos en nuestro interior la capacidad de sentir – pero que algunos necesitan un pretexto. Me gusta la disposición de salir de nuestra rutina para hacer sentir especial a otra persona.

Navidad es como una ventana de oportunidad, un umbral, un salvoconducto, un pasaporte, una pausa, un pretexto (precisamente ese del que hablo antes) … en el cual la gente puede liberarse y ser de cierta manera porque “se dan permiso”.  Esta amnistía emocional o afectiva, no todos se la toman en serio, pero es una opción.  Algunos la toman y perseveran; otros la toman y desisten; otros simplemente no están listos… pero aún así, ahi es donde hay transformación o inicios de camino hacia la luz, el amor, la paz y la reconciliación, con nosotros mismos y con los demás.

Talvez los grinch como yo, lo somos solo porque no comulgamos con los que viven la navidad narcotizados.  Hay de todo, unos somos grinch por convicciones (puntos de vista), otros por verdadera nostalgia y desconexión, otros por depresión, otros por pobreza, otros por anclajes del pasado.

La gente más difícil de querer es regularmente quién más lo necesita.  Eso aplica a Navidad – quién más la detesta, es quien más necesita sanar.  Sea lo que sea, en general considero que hay que respetar las razones de cada uno y si está en nuestras manos, darles recursos para que puedan ver la temporada con la menor cantidad de prejuicios posibles.

 

Soy una grinch que cree que la Navidad puede suceder cada día, pero que respeta que para algunos solo sea una vez al año. Anticipadamente, les pido que junto salvemos la Navidad, la de todos los días, no solamente cuando hay arbolito, tamales y ponche… que dicho sea de paso, se pueden disfrutar cualquier día del año con la gente que más queremos y cuando extendemos nuestra mano a otro grinch que lo necesite…

 

 

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