Me tardé mucho tiempo. No sabía que era una opción… al menos no para mi. Había leído al respecto… había escuchado a otros hablar del tema… pero no sabía ponerlo en práctica… hasta que no tuve otra opción que elegir el camino de la felicidad. Por trillado que eso se lea, es lo que “al final de las cansadas” como diríamos en Guatemala, descubrí que es el único camino viable para encontrar mi lugar.
A los 18 años, recién salida del colegio decidí estudiar nutrición. Me gané una beca para estudiar en EEUU y luego de un año, regresé a mi país y me di cuenta de que no era por ahí… que quería ser y hacer otra cosa. ¿Qué cosa? Aún no lo tenía claro.
A los 22 años decidí estudiar publicidad porque fue la decisión más fácil que pude tomar. Una carrera corta y práctica. Mi familia es de médicos. Así que estudiar publicidad fue un pequeño acto de rebeldía y deslealtad a la ciencia.
Y es que en los 90’s no había ninguna carrera en mi país que me hiciera click. En el fondo quería ser escritora e investigadora, pero para eso lo más cercano era estudiar un profesorado en literatura e historia. No quería ser maestra y aún no me había enamorado de la lectura. Actualmente la mayor parte de mi trabajo es… adivinen qué???… investigar, leer, escribir y… enseñar.
CADA QUIEN ES LIBRE DE ESCOGER EL TAMAÑO DE LA CEBOLLA CON LA QUE QUIERE LLORAR.
Consejo de Sabio (Anónimo) Tweet
La lealtad para con la opinión de los demás puede ser una cebolla muy grande.
Trabajé en publicidad por más de dos décadas. Al principio, la adrenalina me encantaba. Trabajé en dos agencias transnacionales donde aprendí mucho y luego fundé mi propia agencia porque era lo que “tocaba”. Era lo que se esperaba de mi…
Hasta que una mañana, a mis 37 años empecé a cuestionarme todo, desde el significado de tanto trabajar para otros, del constante estira y encoge con los clientes, y si de hecho, había vida más allá de la publicidad. De pronto la carrera que antes me daba ese rush de adrenalina, me parecía una profesión de gente esclava del qué dirán, pero que no sabe que lo es.
En resumen, ganaba dinero pero perdía una parte de mi cada día. Lo más difícil cuando te está yendo bien en una profesión que ya no te llena, es dejarla. Lo segundo más difícil es darte cuenta de que ya no te llena. Lo tercero más difícil es, explicárselo a tu ego y a los demás.
“¿Cómo así que vas a tirar todo a la basura?”
“Entonces, ¿tanto trabajo por gusto?”
“Pero si vos sos publicista, ¿qué más vas a ser?”
¡Nadie deja atrás una carrera de más de 25 años…! ¿O si…?
El camino menos recorrido a veces significa tirarte al aguan sin flotadores. Uno de los grandes aprendizajes que he tenido en los últimos meses es que se necesita estar dispuesto a que todo “aller en foutre” (que todo se vaya a la mierda, pero en francés se ve más bonito). Pero como es frecuente en la vida, las cosas tienden a ponerse feas antes de ponerse bonitas.
Así que siguiendo el patrón de la niña buena, no hice caso del llamado de mi rebelde interna y permanecí en una profesión que ya no me llenaba porque era “lo correcto”. Quise reinventar la receta más veces de las que puedo recordar; y cada cierto tiempo regresaba al mismo lugar… Porque como dijo el buen Einstein “No se puede resolver un problema desde el mismo lugar de consciencia desde el que fue creado“.
Claro que aún cuando uno está perdido, se pueden encontrar grandes tesoros. Descubrí que me ENCANTA leer. Llevo al menos 12 años leyendo como si los libros fueran a desaparecer. También, en el proceso aprendí todo lo que hoy sé de marketing digital, y para lo que me volví muy buena. Descubrí que mi curiosidad es la llave a mi creatividad. Aprendí mucho de la vida y sobre mi misma siendo publicista. Hasta que elegí que mis lecciones llegaran de otra forma. Finalmente, logré cerrar el capítulo.
Dejé de usar mi “inteligencia” y empecé a hacerle caso a mi intuición: Yo había cambiado y mi trabajo también necesitaba cambiar. Entendí que estaba en un lugar que ya no era para mi, haciendo el tipo de trabajo que ya no me representaba.
Como en El Alquimista, tuve que ir a dar mil vueltas para regresar a desenterrar mi tesoro interno. Pudiendo elegir el camino de la felicidad en el trabajo desde el principio, empecé al revés. Elegí todo lo que se suponía que debía elegir. En fin, era joven e inexperta. Nadie nace siendo sabio. Lo único que podemos hacer es aspirar a obtener sabiduría con la experiencia y la disposición de aprender luego de tropezarnos. No me arrepiento de nada. Estoy bien con ser una “late bloomer”. Al momento de escribir este blog post tengo casi 51 años, y me encanta en dónde estoy y quién soy.
Pasé años queriendo algo mejor, pero no sabía cómo elegirlo. Así que la vida me dio todo tipo de empujones hasta que me trajo hasta aquí: donde yo soy yo y no compito con nadie. Donde no es solo lo que sé sino quién soy. Ya no soy la publicista representada por una agencia. Soy simplemente yo, Mariela. Con mis excentricidades y extremos, mi alegría y mi mal humor, mi intensidad, mi impaciencia, mi entusiasmo y mi curiosidad.a
Me estoy dando todos los permisos creativos que puedo. Por ejemplo, escribir sin ser una “profesional”, y ayudar a quienes están explorando la escritura como una forma de expresión y autodescubrimiento.
Sigo fascinada por el marketing digital, pero ya no me obsesiono por querer saberlo todo. Solté una tonelada de expectativas y me quedé solo con lo esencial. Descubrí que la tecnología y el marketing sin alma, son solo eso “tecnología y marketing”. Que si yo me excluyo de la ecuación, lo que queda es un envase vacío. Honro lo que sé y quién soy, poniéndolo al servicio de mis clientes… mi tribu, que ya no buscan una publicista… sino a Mariela.
Este es el camino menos recorrido. En el que te eliges a tí primero. En el que dejas la obediencia ciega y te haces caso a ti. El camino menos recorrido es en el que la brújula es el entusiasmo que se renueva cada día.
Las experiencias hacen a las personas. No se trata de lo que te pasa, sino lo que haces con ello. Creo que no hay tal cosa como prueba y error. Si aprendes la lección y agradeces por ello, un “error” es un regalo.
Esa es la riqueza que cada uno de nosotros trae a la mesa. Como Creadores de Cambio, estamos llamados a usar nuestra experiencia para compartir con otros el aprendizaje durante el camino recorrido.
¿Quieres saber más sobre cómo convertir tu experiencia en un producto que ayude a otros?
Lee más sobre los detalles del Programa de Personal Branding para Creadores de Cambio.
Coach de Marca Personal & Marketing Digital
Uno de los grandes aprendizajes que he tenido en los últimos meses es que se necesita estar dispuesto a que todo "aller se faire foutre" (que todo se vaya a la mierda, pero en francés se ve más bonito).
Mariela Quintero Tweet