Durante esos 20 años, Luis sentía que algo le faltaba, sin poder poner el dedo justo sobre lo que eso significaba.
Los fines de semana, Luis se dedicaba a ser “su otro yo”, y encontraba en la cocina un escape perfecto para su día a día como publicista. Cocinaba y horneaba pan para su familia. Luis hace el mejor pan de sourdough que he probado. También es mi maestro en el arte de hornear pan en casa. Pero no es el pan en si (es exquisito) lo que hace feliz a Luis… es quien él es, cuando está preparándolo.
En sus momentos de soltar el mundo y como buen publicista, de brainstorming, Luis decía frecuentemente “algún día me voy a dedicar a hacer pan”. Pero por mucho que amara hornear pan, siempre tenía que regresar el lunes a la vida real y a su trabajo “de verdad”.
Pasaron los años y Luis se sentía cada vez más cansado y desgastado. Anhelando los momentos simples e íntimos de hornear pan y comerlo aún calientito con mantequilla, o con una copa de vino platicando con su esposa.
Un día le pregunté seriamente a Luis:
— ¿Por qué no empiezas una pequeña producción de pan y lo intentas vender?
— Mi pan aún no es profesional, y nadie me conoce por eso… sería muy difícil venderlo
— Si me lo vendieras a mi lo compraría…
— Lo dices porque me quieres
— Lo digo porque es cierto, y si decides hacer pan y dejar la publicidad, seguro que con el tiempo serías tan bueno en eso como lo has sido en tu carrera de años…
— Pero… ¿quién creería en mi? Toda mi vida he sido publicista, lo de hacer pan es un pasatiempo que, aunque me apasiona, no sostendría a mi familia… no puedo cambiar una cosa por la otra…!!! Además, me tardaría mucho tiempo para ser realmente bueno haciendo pan… y, si vas a hacer algo hay que hacerlo bien, ¿o no?
— ¿Crees que los mejores empezaron sabiéndolo todo, y que no se equivocaron jamás?
— Me da miedo dejarlo todo y equivocarme, es un riesgo muy alto que no puedo tomar… y mi perfeccionismo no me permite hacer las cosas a medias… sería vergonzoso empezar desde cero… no sabría cómo empezar de nuevo
— Solo puedo decirte esto: No puedes pedirle al pan lo mismo que a la publicidad. No es justo. Tienes 20 años siendo publicista, ¡Por supuesto que eres bueno para eso! Pero si empiezas hoy, a hacer pan y venderlo entre la gente cercana, vas a descubrir una parte de ti que no depende de ningún título. Vas a descubrir quién eres en un espacio donde solo estás tú con tu crítico interno. ¿A quién vas a escuchar? A la voz que te dice “si vas a hacer algo tiene que ser perfecto”, o la que dice “todo lo que quieres está del otro lado del miedo”. El camino de 10mil millas inicia con un primer paso.
Luis es un rebelde, pero no cualquier tipo de rebelde…, sino uno con propósito. Es de los que no se rinde. El tema con los rebeldes es que no sabemos quedarnos quietos. Retamos nuestros límites todo el tiempo. Nos caemos y nos levantamos. Nos equivocamos y aprendemos. Nos empujamos unos a otros, a ir por la siguiente meta. Aprendemos a diario y no nos importa ser los raros, los inadaptados, los soñadores, los que no nos tragamos la píldora sin hacer mil preguntas, los que cambiamos de opinión.
Y es que arrepentirse y cambiar de opinión son dos cosas distintas. La primera mira al pasado. La segunda mira al futuro. Luis entendió que cambiar de opinión sobre quién es y qué quiere significar para si mismo, su familia y su mundo, es mil veces mejor que arrepentirse de seguir guardando lealtades y respetando acuerdos sociales (o gremiales) que a la vez le faltan el respeto a la persona más importante en su vida: él mismo.
Luis sigue siendo publicista, y también hace pan cada semana para venderlo cada vez a más gente. Compró un horno nuevo más grande. Prueba recetas nuevas cada semana. Su pasatiempo se ha convertido en su arte. Está siendo más creativo que nunca.
Ya no le pide lo mismo al pan que a la publicidad. De hecho, le pide más y el pan se lo da. Aún no en dinero, pero si en satisfacción. En gozo, libertad, entusiasmo y esperanza. El pan le da visión. Lo conecta con su corazón como la publicidad no puede. Lo conecta con lo mejor de si mismo.
Desde ese lugar, todo es posible. El perfeccionismo ya no tiene fuerza, porque no es la mente la única que dirige las decisiones de Luis. Ahora sabe que para vivir verdaderamente, no puede dejar de escuchar la voz de su corazón… que antes era muy lejana y callada.
Cuando entra a la cocina, Luis escucha a su corazón y está dispuesto a ser un principiante de nuevo. Un amateur… el que ama lo que hace. El pan, literalmente le da vida.
A veces necesitamos leer historias reales de personas reales. No de celebridades que ya alcanzaron la cima. Gente que bien puede ser el vecino de al lado, que puede servirnos de inspiración para ir por lo que realmente nos mueve en la vida. Si deseas contactar a Luis, visita su perfil de Linkedin.
No te preocupes, de momento, por cómo ganar dinero con ello o labrarte una carrera. No pienses en llegar a ser un experto o un profesional y lleva con orgullo tu amateurismo (tu corazón, tu amor) en el ojal. Comparte lo que te gusta, y las personas a las que les gustan las mismas cosas te encontrarán.
Austin Kleon (más conocido por su libro Steal Like an Artist) Tweet
Las experiencias hacen a las personas. No se trata de lo que te pasa, sino lo que haces con ello. Creo que no hay tal cosa como prueba y error. Si aprendes la lección y agradeces por ello, un “error” es un regalo.
Esa es la riqueza que cada uno de nosotros trae a la mesa. Como Creadores de Cambio, estamos llamados a usar nuestra experiencia para compartir con otros el aprendizaje durante el camino recorrido.
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Coach de Marca Personal & Marketing Digital
Uno de los grandes aprendizajes que he tenido en los últimos meses es que se necesita estar dispuesto a que todo "aller se faire foutre" (que todo se vaya a la mierda, pero en francés se ve más bonito).
Mariela Quintero Tweet